
Desde que los lofts irrumpieran en nuestras ciudades hace ya casi dos décadas, los comentarios acerca de su utilidad se suceden. Las opiniones, tantas como variadas, a favor o en contra, impulsoras y detractoras… El loft nace como nueva forma de vida y a él le dedicaremos un capítulo aparte, hoy nos vamos a centrar en algo que el loft trajo consigo.

Los espacios diáfanos son la causa o la consecuencia de los lofts, pero aún dispuestos a vivir en un solo espacio que cubra todas nuestras necesidades, hay tareas que precisan de una cierta intimidad. La búsqueda del espacio personal dentro del compartido, en ausencia de tabiques, requiere creatividad.
Imaginación al poder!! A falta de ladrillos, sirven todos aquellos métodos de separación que se nos ocurran, y las soluciones llegan a nuestras casas a borbotones. 


Pero ahora gana fuerza día a día ya que nos permite unir o separar estancias en función de la actividad a desarrollar. Es una opción cómoda y ligera y que no conlleva el compromiso de un tabique, que perdurará “por siempre y jamás” en el mismo lugar.

Cualquier mueble colocado estratégicamente cumplirá doble función. Una librería abierta por ambos lados separará ambientes permitiendo el paso de la luz a la vez que sirve para almacenar libros, adornos, figuras… La trasera de un armario ropero, decorada como si de una pared se tratase se convertirá en un tabique divisorio si lo colocamos en el centro de la habitación.


Existen paneles téxtiles y de papel decorados que enrollados en el techo no ocupan espacio, pero desplegados actúan como si de un tabique se tratase, empapelado a nuestro gusto. Tienen la cualidad de que se pueden convertir en un elemento con una alta carga erótica. Detrás del panel, se intuye lo que sucede… pero solo se intuye.
Cortinas a base de cuentas de colores, abalorios, láminas de plástico unidas con anillas formando un panel, tiras de tela de colores… son soluciones rápidas y económicas pero igualmente decorativas.


Por Olaia Pellón
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