La iluminación es un elemento central en la decoración, e incide directamente en la calidad de vida de quienes la disfrutan. Por eso, es importante tomarse el tiempo y diseñar qué iluminación tendrá. Para que este trabajo sea efectivo es necesario determinar cuánta luz natural entra en cada ambiente de la vivienda, que orientación posee, el tamaño de cada espacio, si los techos son altos o bajos, qué tipo de paredes y pisos hay, cómo es el mobiliario o qué estilo se está pensando incorporar.
Un buen consejo es primero hacer una lista de qué acciones personales se desarrollan en cada ambiente.
Siempre, será importante tener en cuenta la función de cada lámpara y donde se la ubicará, debe iluminar pero no encandilar. También hay que saber qué tipo de luz da. Por otra parte, además de su función original, una luminaria puede convertirse en un objeto con alto valor estético y decorativo.
En los espacios grandes, como un living, es bueno proponer una luz general y reforzarla con luces mas puntuales, como lámparas de mesa o de pie, que aportan un clima más cálido y relajado, y ayudan a dar volumen a cada rin
cón. Si es posible, la luz general de este espacio puede ser regulable, para así obtener distintos climas con un mismo artefacto.
Claro está que durante el día es preferible aprovechar al máximo la luz natural, y a la noche lo ideal es amenizar los distintos climas combinando una iluminación generalizada y otra más puntual, que acompañe a los habitantes de la casa.
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